El Señor de los Anillos - Estatua de Saruman el Blanco en el Trono Escala 1:6
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Como líder de la Orden de los Istari, a Saruman el Blanco se le encomendó la tarea de orquestar la defensa de la Tierra Media contra el resurgimiento del Señor Oscuro Sauron. Dos siglos antes de la Guerra del Anillo, el pálido Mago recibió las llaves de Orthanc, una antigua torre de piedra negra rodeada por un poderoso muro al pie de las Montañas Nubladas. Dentro de esta fortaleza hizo su hogar, sentado en un gran trono tallado.
Erudito y poderoso, Saruman se dedicó a estudiar los métodos de su enemigo, para poder idear un medio de derrotarlo. Para ello, acumuló dentro de su torre una vasta biblioteca de conocimientos arcanos. Lo que más le interesaba a Saruman era el dominio del arte de los anillos; porque fue con la creación de los Anillos de Poder que el Señor Oscuro casi conquistó toda la Tierra Media una vez antes, y podría volver a reclamar al que falta. A lo largo de los años, buscó pistas sobre el paradero del Anillo, con la esperanza de ser el primero en encontrarlo y tal vez ejercer su poder por sí mismo.
Porque incluso mientras consultaba y planeaba con sus aliados oponerse a Sauron, en secreto Saruman se había enamorado de las costumbres de su adversario, un destino acelerado por el uso del Palantír de Orthanc. Al principio, el Mago había usado la piedra de visión para espiar a Mordor, pero con el tiempo llegó a comunicarse directamente con el Señor Oscuro. Por mucho que luchara, Saruman no era rival para su enemigo. El orgullo lo cegó ante su propia debilidad, y Sauron, mediante mentiras y pura fuerza de voluntad, convirtió al Mago Blanco en su vasallo; un instrumento que debe ser empuñado y, en última instancia, descartado en su diseño de subyugar a todos los pueblos libres del mundo.
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